A través del dibujo infantil pueden detectarse aspectos del bienestar emocional del niño: sentimientos ocultos en el niño, momentos que le dejaron marcado negativa y positivamente, si es feliz o demuestra cierta tristeza vital, si tiene ilusión o si el niño parece sentir poca ilusión en su vida, si consume mucha tecnología o tiene una vida enriquecida en conversaciones, si prefiere los colores claros y suaves que recuerdan a la calma o prefiere los fuertes y oscuros, si siente su unidad familiar sólida o si la siente separada, si identifica signos de enfado y tristeza a su alrededor o si percibe un entorno feliz.
El dibujo infantil es una de las mejores muestras de expresión de los niños. Dada su importancia en el entendimiento del desarrollo del niño, el dibujo infantil entraña un vital elemento en su estudio e investigación.
Desde pequeños, la experimentación con el color es algo que nos atrae. Las formas que toman los trazos hechos con los dedos nos trasladan a la cueva prehistórica, a lo más antiguo de nosotros mismos, en la que sus habitantes expresaban determinados aspectos de su día a día. El bebé que desliza sus dedos pintados sobre el papel o cualquier superficie se fascina por el resultado que produce esa mezcla de color del que es autor. A medida que se va avanzando en el desarrollo, el dibujo se vuelve más y más sofisticado y preciso, y busca representar lo que el niño ve y de lo que se rodea físicamente y en su mente e imaginación.
Muchos autores e investigadores de la educación han estudiado las emociones y pensamientos infantiles e incluso descubierto determinados patrones de comportamiento que se anticipaban ya en los dibujos que hacían los niños. Viktor Lowenfeld (1903-1960) y Georges-Henri Luquet (1876 -1965) son los padres de esta investigación, quienes trataron de esclarecer las etapas del dibujo infantil y describir la evolución del dibujo en la vida del niño. Georges-Henri Luquet concretamente se basó en sus estudios en los dibujos que realizaba su propia hija e identificó 4 estadíos o etapas de evolución del dibujo infantil de menor a mayor edad (realismo fortuito, realismo frustrado, realismo intelectual y realismo visual). C. Burt (1921) afinó esas etapas añadiendo alguna más (garabateos y líneas en los comienzos y represiones y renacimientos artísticos en las edades más superiores).
Actualmente y teniendo en cuenta las contribuciones anteriores, se distinguen 3 etapas principales:
1 - Garabateo (1 a 4 años)
2 - Etapa Preesquemática (4 a 6 años)
3 - Etapa Esquemática (7 a 9 años)
Muestras de Dibujo Infantil
El bebé de un año que está siendo estimulado en la creación a través de la pintura comienza realizando trazos sin control, de un lado a otro, sin elección consciente del color. Estos trazos son rápidos y varían de fuertes a tenues dependiendo de la prensión que emplee el bebé y su agilidad y motricidad fina.
Cuando el bebé alcanza los 2 años y medio de edad, ya se pueden intuir elementos y formas concretas y los círculos y líneas están mejor definidos. Los colores se siguen usando sin una intención concreta (aunque pueden reflejarse ya algunas elecciones de color y preferencias cromáticas) y se va perfeccionando el trazado. En algunas ocasiones incluso pueden ya aparecer monigotes o figuras que tratan de imitar a la figura humana.
Con 3 años el niño sigue perfeccionando su capacidad artística y precisa más su dibujo. Aparecen figuras humanas y en los casos en los que el niño muestra más agilidad artística incluso se distinguen las partes de la cara o elementos naturales como el Sol.
A los 4 años el color se selecciona con mucha más intención y se dibuja a la familia, lo que el niño ve a su alrededor (casas y árboles), animales y elementos climáticos. Fundamentalmente, lo que encuentra en su entorno más próximo, aunque también comienzan a mezclarse elementos mágicos o fantásticos con los más reales.
A los 5 y 6 años el dibujo ha alcanzado un grado de detalle muy notable y ya se distinguen mejor los rasgos de la cara y sus expresiones, se añaden pequeños detalles a las prendas de vestir o los peinados, se detalla más el coloreado y se amplía la temática artística. Se representan momentos importantes, situaciones concretas, fiestas y celebraciones. Y también representan, sin ser conscientes realmente, una situación de ruptura familiar o de tristeza. Los dibujos a esta edad surgen naturalmente con la voluntad de ser coloreados; si no hubiera color en ellos, esto puede ser un signo de apatía o de poca ilusión.
Los niños necesitan valerse de su creación artística para transmitir sus emociones cuando aún no encuentran las palabras para hacerlo y es evidente que el dibujo simplifica su pensamiento y recoge sus ideas aunque aún no sean capaces de describirlas, sobre todo en las primeras etapas.
El dibujo infantil nos demuestra la enorme capacidad humana de transmitir a través de la creación y del arte, un motor que siempre nos ha acompañado como seres humanos (desde la cueva prehistórica y por tanto está en nuestros genes más ancestrales) y que se repite generación tras generación demostrando las increíbles capacidades expresivas que hemos ido desarrollando, ampliando y perfeccionando a lo largo de nuestra evolución como seres humanos.
(Imágenes cedidas por las familias)
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