Diversos estudios en los últimos años han evidenciado la importante función que desempeña el contacto temprano con el mundo natural en el desarrollo cerebral, conductual y emocional de las personas.
Pasar tiempo al aire libre se ha vuelto casi una necesidad y nuestro salvavidas en un universo educativo cada vez más digitalizado y repleto de estímulos audiovisuales.
Sentir la Naturaleza, correr libremente por entre la hierba, observar la fauna y flora que predomina en una zona, tocar sus elementos, percibir la diversidad de tonalidades y texturas del entorno natural se ha vuelto de una riqueza experimental única y muy valiosa. Y es que no hay manera más efectiva e inspiradora de crear conexiones neuronales y fomentar la creatividad.
Pasar tiempo rodeados de Naturaleza requerirá de muy poco y ofrecerá mucho a quien lo experimente. Por ello, fomentar la estancia en entornos naturales desde la infancia es una apuesta segura en la ganancia de aprendizajes, valores, recuerdos y experiencias inolvidables que harán que nos sintamos en paz con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea además de permitirnos sentir el valor que tiene la Naturaleza y cómo protegerla.